Espejitos/mascarillas,
la historia de la conquista del Oro se repite
A pesar de los años que han transcurrido desde la conquista
de América, aún no se deja de hablar de aquellos relatos con respecto a los
conquistadores que regalaban espejitos a los pueblos que iban dominando, con el
único propósito de apoderarse de sus piezas valiosas: el oro. Hoy en día se
vuelve a repetir la historia.
¿Qué es lo
común?
La motivación, los conquistadores venían ávidos de riqueza, con
la idea de apropiarse de los bienes ajenos (esta es una vieja práctica que
arrastra la cultura occidental desde los albores de la conformación de los imperios).
Además ya traían una distorsión profunda del valor de las cosas, el oro en el
mundo greco romano y anglosajón, es un bien que servía y sigue siendo un objeto
de lujo, y el soporte de la moneda para el intercambio de bienes y acumulación
de riqueza.
En cambio, en nuestros antepasados “Los pueblos de Abya
Ayala”, aún no existía la moneda como esta forma de acumulación de riqueza, pero
el oro tenía una función-ritual de transmitir un sentido de distinción, como un
adorno elegante. Ahora bien, sigue retumbando la leyenda que nos cuentan de los
conquistadores que traían espejitos o chucherías para impresionar a las
poblaciones originarias y ellos a cambio ofrecían sus piezas de oro. Es
indudable que se las ingeniaron para engañar a esta gente, para luego verse
rodeados de mercaderes de las potencias coloniales europeas y conseguir
resultados favorables en sus ventas.
En estos días hemos escuchado la noticia del altruismo de
las empresas mineras, que sorprendentemente están regalando mascarillas a la población de las parroquias del
noroccidente del cantón (para su protección ante el coronavirus). Desde luego para
conseguir méritos frente a algunas autoridades del cantón y mostrarse
caritativos con los pobladores de la zona, aunque sabemos que están aquí para
extraer el oro y otros minerales que seguramente acaben en los centros
imperiales.
En esta fase necesitan mostrarse samaritanos, magnánimos
regalando chucherías, mientras avanzan con las distintas etapas de los
estudios, en las etapas siguientes en caso de pasar a la fase de explotación,
tendrán que mandar expulsando a la población que ocupa los territorios
concesionados, como ya lo hemos visto que se lo hizo y lo hemos sentido en el
proyecto mirador en Tundayme de la parroquia el Pangui, y para ello no
escatimaran esfuerzos en los grados de violencia a aplicar, en la cual el Gobierno
de turno les respaldó con la fuerza policial del Estado para dichos desalojos,
mismos que son pagados con el dinero de todos los ecuatorianos.
Esto es muy evidente, así mismo en el mes de mayo la empresa Lundin Gold acaba de
protagonizar un acto de violencia en Zamora porque quiere sacar sus cargamentos
de oro en medio de la cuarentena y en vigencia el estado de excepción a la
brava, agrediendo a las fuerzas vivas de la población zamorana que se ha
opuesto, allí el oro empieza a salir, dejando acaso irrisorias divisas como
regalías para el Estado, entonces la metáfora de cambiar espejitos por el oro
metálico, ahora se vuelve a repetir, solo que ahora a más de espejitos se han
agregado mascarillas para el COVID.
Otro elemento en común que se mantiene es el servilismo de
las autoridades que han coordinado estas actividades y que han sucumbido
fácilmente al regalar mascarillas y de los espejitos, mostrando que no les
interesa la suerte de los pueblos afectados sea directamente porque viven en
los territorios concesionados a la
minería a gran escala o indirectamente a los pobladores de las ciudades
vecinas, por la afectación a las fuentes de agua, la alteración del clima, la
recepción de las poblaciones rurales expulsadas de los campos.
¿Qué es lo
diferente?
Solo que en ese acto de conquista, saqueo y despojo; en las
etapas tempranas de la conquista, allí el oro estaba en la superficie en forma
de objetos, adornos rituales, que habían sido extraídos por las distintas
poblaciones, y luego fue extraído de las vetas de yacimientos, extrayendo el
oro con un bajo impacto ambiental.
Ahora nos encontramos con una diferencia abismal, como el
oro de bolsones o vetas ya se ha agotado, ahora se encuentra diseminado en
bajas concentraciones en la tierra, por lo que para recogerlo se necesita
remover cantidades enormes de tierra; si en tiempos de la conquista, se molían
los cuerpos de los indios, metiéndolos en socavones o túneles para que
extraigan el oro, ahora se requiere moler cerros enteros, usando lo que queda
de las reservas de petróleo como combustible fósil, y desentendiéndose en lo
absoluto de los daños, de los impactos provocados en los ecosistemas, en los
territorios, en el medio ambiente, en los bosques ríos, paramos, montañas y
biodiversidad y de las deudas ambientales provocadas.
Así que los espejitos y las mascarillas a cambio del oro se
sigue repitiendo, solo que los costos sociales y ambientales para nosotros como
población ocupante de este territorio probablemente sean mucho más elevados que
en esos primeros tiempos de conquista, pero la mentalidad de una burguesía
entreguista que detenta el poder no ha cambiado mayormente.
En estos tiempos de cambio climático y explosión de pandemia
como el COVID-19, provocados precisamente por el avance del capitalismo y una
forma violenta de tratar a la naturaleza, nos queda el desafío a los pueblos de
denunciar esta situación y de abrir los ojos frente a estas nuevas oleadas de
saqueo de nuestros recursos, y de destrucción de la naturaleza, de esta aun
hermosa región que habitamos, al igual que seguir articulando la resistencia y
soñar con un futuro que deje atrás estas prácticas neocoloniales que se vienen
con la subasta de territorios para la minería metálica.
Autoría: Colectivo
de defensa del agua y la vida
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